Este disco de la cantante estadounidense Danielia Cotton debería servir para dos cosas. La primera de ellas para que todos los españolitos y españolitas que quieran presentarse a uno de esos pestilentes programas concurso de televisión a cantar soul, gospel, o r'n'b, se lo piensen muy mucho antes de hacerlo. Ni en cuarenta vidas lograrán el genuino espíritu rock que despliega Danielia en sus canciones. En serio, dejadlo correr. Os haréis un favor a vosotros mismos y otro inmenso a la humanidad que ni ha solicitado ni precisa de vuestros gorgoritos. Gracias.
La segunda es para demostrar que a la edad de 54 años tu sabiduría musical y tu garganta pueden lograr un nivel de prodigio que nada tienen que envidiar al de la juventud. Y, vale, “Good Day” puede ser un disco forjado a base de 'estándars' de producción propia que te enviarán a la época en la que Janis Joplin, Joe Cocker, Tina Turner y Stevie Wonder reinaban sobre la faz musical de la tierra. Eso nadie lo pone en duda. Pero ¡qué demonios! Es un disco que se disfruta muchísimo. Y máxime cuando Danielia Cotton ha puesto toda la carne vocal en el asador, rodeándose de un equipo de all-stars de los que quita el sentido. Elenco que incluye al colaborador de B-52 y los Rolling Stones Charlie Drayton a la batería; Matt Beck de Matchbox Twenty a la guitarra y teclados; el ex bajista de Black Crowes Andy Hess; Kareem Devlin que ha puesto su guitarra al servicio de, entre otros, Lady Gaga; Marc Copely cuya guitarra ha acompañado también a Willie Nelson, Roseanne Cash o Billy Squier y por último al rapero Mickey Factz que pone el contrapunto cool y moderno en un par de temas. Señoria. No hace falta añadir nada más.
“Good Day” es una delicia que no puede ser enclavada en un momento temporal determinado. No necesita ser actual para ser disfrutado. En realidad es un disco deliciosamente anacrónico. Pero ¿qué más da si lo disfrutas? “Good Day” es un respiro que te puedes regalar en cualquier momento para descansar de ese atracón de modernez que la actualidad exige. Siente, respira y disfruta. Así, sin más. Canciones con la épica roquera de “Follow Me”, la esencia gospel de “Good Day” o la herencia sureña a lo Lynyrd Skynyrd de “A Different War” te quitarán cualquier tipo de pena que puedas acarrear. Que así sea.
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